Introducción

Somos seres generadores precursores de cultura que cohabitamos en un espacio conjunto dentro del cual estamos llamados a ser dinamizadores del proceso intercultural en pro de la mejora sustancial del contexto hacia el reconocimiento y respeto por las diferencias, en las que la cultura emerge y se establece como eje de reconstrucción de los paradigmas sociales hacia una convivencia basada en la aceptación y fortalecer la integración dinámica y conjunta en la cual los procesos académicos, pedagógicos y sociales en los que la cultura fortalezca la mejora continua de los escenarios desde la participación y la formación integra y holística que van en búsqueda de la consolidación de patrones y conductas que posicionen al docente como un guía y gestor de mecanismos que permitan potenciar las habilidades comunicativas y de socialización para el intercambio cultural (Castillo & Guido, 2015).

 

Ahora bien, es claro que se requiere de diferentes paradigmas a fin de que se apliquen acorde a las necesidades puntuales y características del contexto en un escenario el cual sea capaza de implementar estrategias en las que se logre el reconocimiento individual y colectivo sin exclusiones o afectaciones que impidan la participación pero que se genere una mejor dinámica en la cual prime el respeto por las diferencias y la participación activa mejorando los canales de comunicación  (Comboni Salinas, 2002).